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La fístula perianal es una entidad clínica que cuando no se tiene un conocimiento perfecto de la anatomía de la zona perianal, puede convertirse en una patología de difícil tratamiento, no sólo por la dificultad en escoger la conducta apropiada, sino por las molestas consecuencias que pueda traer para el paciente, que puede llegar a la incontinencia anal (falta de control en la defecación).
Las principales estructuras relacionadas con la fisiopatología de la enfermedad son las glándulas anales y el aparato esfinteriano, compuesto por los esfínteres interno y externo y el elevador del ano. Las fístulas se clasifican según la relación de su trayecto con los esfínteres y el elevador del ano.
Tanto la fístula como el absceso son los signos o resultado de la infección de las glándulas que están situadas entre el ano y el recto. La causa más frecuente de esta infección es la fisura. El absceso es la forma aguda y la fístula la forma crónica.
El tratamiento quirúrgico de la fístula perianal de origen criptoglandular constituye todavía hoy en día un reto para el cirujano. El motivo es doble porque el objetivo de la cirugía no sólo es curar definitivamente la fístula, sino también evitar daños sobre los esfínteres que puedan alterar la continencia.
Toda la información disponible preoperatoriamente sobre la naturaleza de la fístula (por dónde transcurre el trayecto principal, si existen trayectos accesorios en herradura, si hay cambios postquirúrgicos en los casos en que la fístula ya se haya intervenido o haya habido otro tipo de cirugía de esta zona, etc.) puede ayudar al cirujano a planear la cirugía de manera personalizada
Por ello, de acuerdo con las mas recientes publicaciones sobre el tema, creemos que la ecografía endoanal con inyección de agua oxigenada, realizada por un experto en coloproctología, resulta de gran utilidad para el tratamiento quirúrgico de las fístulas, tanto simples como complejas.