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La estimulación transcraneal produce efectos inmediatos sobre la capacidad que tienen las neuronas de cambiar su potencial eléctrico y transmitir este cambio a través de su axón (excitabilidad neuronal) y a largo plazo, a modificar las conexiones neuronales.
El efecto neuromodulador de la tDCS se alcanza con la aplicación, de manera regular y repetida, obteniéndose un incremento de la neuroplasticidad cerebral. Este efecto posibilita la mejoría clínica en determinadas enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
La tDCS es un tratamiento que potencia la eficacia de otros tratamientos farmacológicos, permitiendo reducir la dosis de los mismos. También tiene un gran potencial en los programas de rehabilitación neurológica, mejorando y acelerando la recuperación clínica.
El tratamiento con estimulación transcraneal es no invasivo e indoloro. No necesita preparación previa por parte del paciente y puede aplicarse tanto en niños como en adultos.
El procedimiento se realiza bajo supervisión médica del especialista en Neurofisiología Clínica, que establece el protocolo de estimulación específico para cada paciente y para cada patología. En cada sesión de tratamiento se coloca un casco en la cabeza del paciente que lleva incorporados los electrodos y un dispositivo neuroestimulador y se aplica una corriente eléctrica de muy baja amplitud durante 20-30 minutos.
La aplicación de las sesiones debe ser regular y repetitiva. Generalmente, el número mínimo de sesiones son 10 (una sesión diaria). El número y la duración de las sesiones depende de cada patología.
El único efecto secundario que puede notar el paciente es un pequeño cosquilleo en la zona donde apliquemos la estimulación. Menos del 2% de los participantes notarán cefalea, mareo o sintomatología similar, siendo estos efectos siempre pasajeros y de muy corta duración.
La estimulación transcraneal se utiliza en el tratamiento de numerosas patologías. Así, se ha demostrado que es muy útil para tratar y controlar el dolor (dolor neuropático central y periférico), la migraña o la neuralgia del trigémino. También para el abordaje de la fibromialgia y la fatiga crónica, así como la rehabilitación motora tras un accidente cerebrovascular o en enfermedades como el Parkinson, el temblor esencial o las distonías.
Por otra parte, existen otros trastornos que pueden obtener una mejoría tras la estimulación transcraneal. El estrés, los trastornos del sueño o el TDAH (con o sin Hiperactividad), han demostrado mejorar con el tratamiento de estimulación transcraneal.
Asimismo, la estimulación transcraneal mejora las funciones cognitivas superiores (memoria de trabajo, atención, aprendizaje, lenguaje, coordinación…). Aporta importantes beneficios y es complementario a los programas de rehabilitación cognitiva en enfermedades degenerativas y neurológicas. Aumenta la capacidad de aprendizaje, el razonamiento y la toma de decisiones y mejora las capacidades cognitivas en el deterioro cognitivo relacionado con la edad.
De igual forma la estimulación eléctrica transcraneal se ha demostrado eficaz como método de estimulación cognitiva en personas sanas que buscan mejorar su calidad de vida.