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La osteoporosis es una enfermedad que se caracteriza por una disminución de la densidad de los huesos a causa de la pérdida del tejido óseo normal. Esto conlleva una disminución de la resistencia del hueso frente a los traumatismos o la carga, con la consiguiente aparición de fracturas que ocurren con mayor frecuencia en la cadera, la muñeca o la columna vertebral.
La primera descripción que existe a propósito del estado de los huesos, referida a las cualidades de éste, data del 1830 en pleno Romanticismo, cuando Jean Lobstein en la Universidad de Estrasburgo, observó al realizar autopsias, que algunos huesos presentaban un aspecto excesivamente porotico. Lobstein no se paró a estudiar las causas de ésta "porosidad" de los huesos, sino que se limitó a hacer una descripción de su aspecto.
Tuvieron que pasar más de cien años, para qué en la Universidad de Harvard, concretamente Fuller Albrigt, relacionara esta porosidad ósea con las mujeres postmenopáusicas, es decir con la falta de estrógenos y con el eventual riesgo de rotura.
Las mujeres desde la menarquia ( primera menstruación), producen mensualmente dos tipos de hormonas: la Progesterona, llamada la hormona de la maternidad ya que solo trabaja durante el embarazo, preparando al útero y manteniéndolo en óptimas condiciones para el anidamiento, y los Estrógenos, llamados la hormona de la feminidad, porque trabajan a lo largo de toda la vida fértil de la mujer, actuando sobre todas las células del organismo femenino, por ejemplo sobre el tono de la voz, sobre la piel, la distribución de la grasa, además de nutrir a las neuronas, el hueso, etc.
En 1992, la Organización Mundial de la Salud, estableció unos criterios para el diagnóstico y el tratamiento de la osteoporosis, fundamentados sobre todo en la descripción de Albrigt, es decir, solo referidos a la osteoporosis postmenopáusica.
La cantidad de calcio aumenta durante las primeras décadas de la vida, hasta alcanzar un máximo entre los 20 y los 30 años. A lo largo de la vida este máximo se va perdiendo, pudiéndose calcular y medir la Masa ósea a través de la Densitometría ósea (DMO).
La OMS estableció una medición de esta masa ósea en gramos/centímetro cuadrado, mediante la técnica de DMO, considerándose valores normales los iguales o superiores a -1 Desviación Estándar. Se considera osteopenia a los valores comprendidos entre -1 y -2,5 Desviaciones Estándar. Se considera osteoporosis a los valores inferiores a menos 2,5 desviaciones estándar.
Considerar el riesgo de fractura solo en función de la DMO es un error, pues desde el año 2000 es obligatorio evaluar otros factores, tanto o más importantes que la medición de la DMO, basados sobre todo en el concepto de Resistencia ósea, es decir, de la Calidad del hueso, su firmeza o debilidad.
La calidad ósea, es la suma de parámetros tan importantes como la microarquitectura del hueso, la velocidad de recambio de las células del hueso, el daño sufrido previo, la genética, etc.
Los antecedentes personales y familiares de fracturas nos hablan de una calidad ósea mala y viceversa. Vale la pena reflexionar sobre el hecho de que tener un antecedente familiar de fractura en una persona por encima de 80-85 años no debe considerarse un factor de riesgo aumentado.
En el año 2008, la OMS propuso un sistema, denominado FRAX, para evaluar el riesgo de fractura de un paciente. Se trata de un algoritmo que incluye, entre otros importantes factores, la DMO. Estos factores son;
El déficit de calcio y vitamina D se ha asociado frecuentemente con el riesgo de padecer fractura, si bien, este hecho no está totalmente demostrado.
Además del examen de densidad mineral ósea deben estudiarse los marcadores de Recambio Óseo, tanto en sangre como en orina, pues nos dan una idea de la calidad ósea, dato fundamental para saber el riesgo de fractura.
Las principales manifestaciones clínicas de la osteoporosis entendida como evaluación de la Resistencia ósea y otros factores fundamentales, es la fractura vertebral, seguida de la fractura de la muñeca y de la cadera.
Antes de iniciar cualquier tipo de tratamiento, se deben evaluar todos los factores de los que hemos hablado, sabiendo que, en el tratamiento, lo fundamental será siempre incluir, el ejercicio físico, especialmente caminar. La natación no es un ejercicio óptimo para la osteoporosis pues no hay el efecto de fuerza que realiza el músculo cuando andamos.
La ingesta rica en calcio, diaria. Leche (mejor desnatada), queso, (mejor los curados), yogurt, (mejor blancos), pescado azul, (mejor los pequeños), sésamo, frutos secos. La dieta es mejor que cualquier fármaco. No se trata de valorar los miligramos de calcio que entran en nuestro organismo cada día, sino en interiorizar la idea de que cada día tenemos que ingerir algo de calcio.
En caso de estar de viaje o en situaciones inhabituales, puede ser sustituida la dieta por una pastilla de calcio de las muchas que hay en el mercado.