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Cuando una persona suele tener pérdidas involuntarias de gases, asociadas o no a las de heces, hablamos de incontinencia anal. Es lo que, coloquialmente hablando, se conoce como ‘escaparse un pedo’. Esta frase puede inducir a risas, pero realmente es un trastorno que causa mucho engorro y vergüenza en las personas que lo sufren, puesto que no pueden controlar ni los ruidos de los gases ni sus malos olores.
Para tratar la incontinencia anal existen varias soluciones . Cuando valoramos a un paciente con incontinencia anal, es fundamental una buena anamnesis y exploración física, a las cuales hay que añadir pruebas básicas como es la ecografía endoanal, que nos dirá si nuestra/nuestro paciente tiene alguna lesión muscular.
Con toda la información en nuestro poder, podemos aconsejar un tratamiento individualizado para cada persona. Actualmente existen varios estudios en marcha, prometedores para tratar mediante técnicas innovadoras la incontinencia fecal (pérdida involuntaria y repetida de heces por el ano):
Todas ellas son técnicas prometedoras, si bien ya existe un numeroso catálogo de procedimientos para el abordaje terapéutico de la pérdida involuntaria de heces. De entrada, ante una/un paciente con incontinencia fecal es básico un buen interrogatorio, que debe incluir los hábitos deposicionales y las características de las heces, guiados por la Clasificación de Bristol.
Es importante indagar en la frecuencia deposicional, uso de laxantes/supositorios/enemas de forma habitual; costumbre de permanecer largo tiempo sentados en el WC, o si se tiene la sensación de una defecación ‘incompleta’
En aquellos pacientes con deposiciones tipo Bristol 4 o superior, es decir, tendencia diarreica, debemos iniciar el enfoque terapéutico para conseguir una mejor calidad de las heces (revisar tratamientos crónicos, hábitos dietéticos, añadir fibra soluble, etc), y con ello se conseguirá una mejor continencia.
Existen buenos resultados en un 76% de pacientes con el biofeedback (reeducación esfinteriana)
Entre las terapias existentes para la incontinencia fecal tenemos las siguientes:
A grandes rasgos, se pueden agrupar los tratamientos quirúrgicos para la incontinencia fecal en los siguientes apartados:
• Corrección de defectos esfinterianos: la esfinteroplastia es la técnica más utilizada. Su eficacia a corto plazo suele rondar el 75%, si bien se ha visto que desciende con el paso del tiempo. “Solemos aconsejar que se asocien técnicas de rehabilitación del suelo pélvico”.
• Técnicas que ocupen volumen y/o estrechen el canal anal: consiste en la inyección de agentes formadores de masa o ‘bulking agents’
Materiales inyectables: se han utilizado varios tipos de materiales. En reciente revisión de la Cochrane, se hace referencia al PTQ, Durasphere, permacol y Bulkamid, sin hallar resultados realmente concluyentes. Estarían indicados en incontinencias tipo soiling o pasiva de poca cantidad o en incontinencia a gases aislada.
Bioprótesis implantable (Gatekeeper): Los resultados publicados de un estudio multicéntrico muestran mejoría de un 70-80% respecto al soiling y urgencia defecatoria. El procedimiento Gatekeeper permite tratar a pacientes con incontinencia fecal leve o moderada utilizando pequeñas prótesis que, una vez introducidas entre los dos esfínteres anales, se expanden y forman un volumen para mantener el ano más cerrado. A la espera de determinar si dicha técnica está en condiciones de ser aplicada en casos de incontinencia fecal severa, todavía faltan más estudios para determinar la auténtica eficacia de este tratamiento prometedor”.
Radiofrecuencia (SECCA): Aportan mejoría clínica muy moderada, en pacientes seleccionados.
• Técnicas de estimulación neurológica: Estimulación del nervio tibial posterior (PTNS) y la Neuromodulación sacra (NMS).
• Otras técnicas:
No se conoce con exactitud la frecuencia real de la incontinencia fecal y anal, ya que muchas de las personas que las sufren suelen ocultarlo por vergüenza; no obstante, es más frecuente de lo que se supone, sobre todo en mujeres mayores de 60-70 años.
Así pues, con el envejecimiento progresivo de la población española, todo parece indicar que este trastorno se convertirá en un problema creciente. Las enfermedades y las lesiones traumáticas no son los únicos factores de riesgo para la incontinencia.
Con el paso de los años, ocurren múltiples cambios en el organismo de manera natural. Estos cambios tienen un efecto en todo el cuerpo incluyendo los órganos, nervios y músculos que controlan la continencia. Los músculos se debilitan, algunos nervios disminuyen su función y los tejidos y órganos pierden su habilidad de funcionar bajo esfuerzo, lesiones que durante la juventud fueron calificadas de leves, pero que con la menopausia se pueden agravar y desembocar en incontinencias. Por la tanto, podemos decir que sí, que podemos ver progresivamente un aumento en la incidencia de incontinencia fecal y anal”.
La incontinencia fecal puede aparecer a cualquier edad. Es normal que los bebés pasen por esta etapa, igual que ocurre con la incontinencia urinaria, de ahí el uso de pañales. De todos modos, si un niño a partir de los 4 años aún no tiene el control de sus deposiciones, ya se considera que padece incontinencia fecal, por lo que tiene que ser estudiado por los pediatras.