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La doctora Iris Rodríguez, coordinadora del equipo de Cardiología de la Clínica de Remei, nos acompañó en nuestra cuenta oficial de Instagram y atendió todas vuestras preguntas sobre enfermedades del corazón y el coronavirus SARS-CoV-2 en pacientes cardiovasculares.
¡Gracias a todas y todos por participar!
La enfermedad por coronavirus COVID-19 es uno de los principales problemas de salud pública actual. El riesgo de contraer la enfermedad en pacientes cardiovasculares depende de estar expuesto a un sujeto infectado. En la actualidad se desconoce si tener una enfermedad cardiaca facilitaría el contagio, aunque no parece probable. Lo que sí sabemos es que las personas con enfermedades cardiacas pueden tener peor pronóstico.
La infección por coronavirus puede afectar a nivel cardiovascular de diferentes formas, se ha visto que produce una sobrecarga cardíaca y puede descompensar a pacientes con insuficiencia cardíaca. También se ha visto que el COVID-19 puede producir un daño directo infeccioso e inflamatorio sobre el músculo u otras estructuras cardíacas (miocarditis, pericarditis), aparición de arritmias e infarto agudo de miocardio.
En la consulta muchos pacientes se quejan de palpitaciones, dolor de pecho, disnea, mareos, alteraciones neurocognitivas, hipertensión o fatiga extrema aún tres meses después de haber sido dados de alta de un centro hospitalario. Por todo lo expuesto, estos pacientes deben de ser seguidos de forma más estrecha.
Uno de los factores importantes para disminuir la presión arterial y controlar los factores de riesgo cardiovascular es la realización de ejercicio de forma regular. En caso de lesión, se recomienda reposo hasta la recuperación total pero, se podrían realizar ejercicios que no involucren al miembro lesionado. Se puede consultar a un rehabilitador o fisioterapeuta para realizar un plan de ejercicio ajustado.
Otro factor importante es la dieta. Debemos realizar una dieta saludable reduciendo la ingesta de grasas animales, azúcar, sal y alcohol, e incrementando el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales, pescado y aceite de oliva.
El riesgo de contraer la enfermedad en pacientes cardiovasculares depende de estar expuesto a un sujeto infectado. En la actualidad se desconoce si tener una enfermedad cardiaca facilitaría el contagio, aunque no parece probable. Lo que sí sabemos es que las personas con enfermedades cardiacas pueden tener peor pronóstico.
No se ha descrito una peor evolución en pacientes con fibrilación auricular. pero se recomienda mantener las medidas de seguridad recomendadas para evitar la primoinfección.
Tras un infarto de miocardio se recomienda un período de 3 semanas – 1 mes de reposo relativo, para evitar complicaciones relacionadas con la fase aguda del infarto. Después de dicho período se puede realizar progresivamente una vida normal. Se recomienda viajar transcurridas tres semanas del episodio.
Tras un infarto de miocardio se recomienda un período de 3 semanas – 1 mes de reposo relativo, para evitar complicaciones relacionadas con la fase aguda del infarto. A partir de la tercera semana se recomienda iniciar ejercicio de forma progresiva hasta un ritmo normal. El ejercicio es fundamental en la rehabilitación de los pacientes con cualquier tipo de cardiopatía, incluso los que han sufrido infartos.
El más beneficioso es el llamado aeróbico: caminar, correr, pedalear en bicicleta y nadar. Mientras que el ejercicio estático o anaeróbico (como el levantamiento de pesas) tiene menos efectos positivos para el corazón y puede resultar peligroso si no se hace de forma controlada.
En Clínica del Remei hacemos pruebas de esfuerzo todos los viernes por la mañana, así como otras pruebas cardiológicas como Holters ECG y holters de presión arterial.
El dolor torácico es un síntoma frecuente, ocasiona el 4-6% de las consultas a Urgencias.
Ante la presencia de dolor torácico se debe hacer un diagnóstico diferencial dado que puede estar relacionado con la afectación de diferentes órganos. El dolor de tipo coronario suele ser un dolor de tipo opresivo, puede irradiarse hacia el brazo izquierdo, el cuello o las mandíbulas, y por regla general, se acompaña de sintomatología general con malestar, sudoración profusa, sensación nauseosa e incluso vómitos y sensación de dificultad para respirar.
Si existe dolor torácico, se recomienda acudir a un especialista para realizar un chequeo y las pruebas correspondientes para descartar patología.
Los dispositivos wearable son en la actualidad útiles para monitorizar parámetros cardíacos. Hay varios wearables con estudios consolidados que mejoran el manejo de la fibrilación auricular y otras arritmias a día de hoy. Si bien en ocasiones pueden presentar errores de detección como parece su caso, es aconsejable acudir a un especialista para valoración.
En el desarrollo de enfermedad en las arterias del corazón intervienen factores de riesgo no modificables (edad, sexo, etnia, genética) y modificables.
Para prevenir el infarto de miocardio podemos actuar sobres los factores de riesgo modificables: dejar de fumar, realizar actividad física regular (ejercicio aeróbico 3 veces por semana) y una alimentación saludable (baja en grasas saturadas y azúcares, consumo de acite de oliva, pescado, fruta, vegetales y legumbres), disminuír el estrés, realizar una revisión médica anual para controlar la presión arterial, el colesterol y la glucosa…
El estudio cardiológico comprende diferentes pruebas.
El colesterol bueno (HDL, lipoproteína de alta densidad) elevado (mayor a 40 mg/dl) se ha relacionado con una menor incidencia de patología coronaria y patología cerebrovascular.
Un estudio del año 2017 sugería que niveles de HDL superiores a 60 mg/dl se relacionaban con más eventos cardiovasculares (“patrón de riesgo en forma de U”),
Recomendamos mantener sus niveles de HDL entre 41 y 60 mg/dl. El ejercicio ayuda a aumentar los niveles de colesterol HDL.
La presencia de infarto de miocardio a edades jóvenes es rara, aunque posible. En estos casos la predisposición genética juega un papel importante, así como la hipercolesterolemia familiar. Se ha visto que el 80% a 90% de los jóvenes con un Infarto Agudo del Miocardio tiene al menos un factor de riesgo tradicional antes del evento (tabaquismo, hipercolesterolemia, diabetes mellitus, obesidad, estrés…).
La aparición precoz de enfermedad coronaria se considera un importante factor de riesgo para padecer un nuevo evento coronario así como también un factor de riesgo para la descendencia. Por ese motivo, si una persona ha tenido un evento coronario en una edad temprana deberá extremar las medidas de prevención y control de factores de riesgo.